Por Sonia Pavez.
Mi padre, Héctor Pavez, viudo desde 2017, tuvo su cumpleaños número 90 el 7 de mayo de 2020. Ese día, no pude ir a saludarlo, ni llevarle regalitos, por causa de la pandemia. Él estaba observando las medidas de aislamiento en la casa en que vivía con mis dos hermanos. Acordamos hacer una videollamada. Lo saludé, conversamos y nos reímos mucho. Estaba muy bien de salud. Mi padre era un hombre autovalente y sin enfermedades crónicas. Era amistoso, risueño y muy conversador. Era tierno y amoroso, le hacía las compras a algunas vecinas. Le encantaba caminar.

Tres días después, el 10 de mayo, empezó con síntomas de un resfrío fuerte. Mi hermano lo llevó al SAR de Zapadores, donde le hicieron el PCR y le pusieron oxígeno. Tuvo que esperar varias horas para que llegara la ambulancia que lo trasladó al hospital San José. Allá tuvieron que esperar muchas horas más para “ingresarlo”. Lo tuvieron sentado en una silla hasta que se desocupó una camilla y le hicieron un nuevo PCR.
Mi hermano lo tuvo que dejar hospitalizado, pues mi padre no podía respirar bien. Le dijeron que tuviera claro que no podría volver a verlo ¡hasta que lo dieran de alta!
Quedó con prohibición de visitas. Nos dijeron que si se presentaba una emergencia, ellos llamarían. No supimos más. Cuando llamábamos, nadie atendía el teléfono. Y tampoco podíamos ir a preguntar, porque había comenzado la cuarentena ¡Yo estaba desesperada!
Después de una semana sin tener noticia, mi hermano le llevó artículos de aseo. La enfermera que los recibió le dijo. “¡Ah! don Héctor ¡El caballero piropero!” Con eso nos tranquilizamos un poco. Pero siguieron pasando los días y no recibíamos ninguna información.
El 26 de mayo, gracias a la ayuda de un conocido, me enteré de que mi amado padre había fallecido la noche del 23, amanecer del 24. Es decir, casi tres días antes. Mi esposo llamó a la unidad de anatomía patológica y ahí nos confirmaron la noticia. Avisé telefónicamente a mis hermanos. Nos derrumbamos, pero tuvimos que reunir fuerzas para hacer rápido los papeleos y darle sepultura.
Cuando volvíamos de la funeraria después de hacer los trámites, me llamaron de la Metropolitana Norte para preguntarme si mi papá estaba respetando la cuarentena. Nunca, en todo ese tiempo, nos informaron el resultado de su PCR.
Recién ese mismo día, cuando ya teníamos contratada la funeraria, llamaron del hospital a mis hermanos para avisarle que mi papá había muerto. En el certificado de defunción no aparecía como causa de muerte Covid-19, sino neumonía “con sospecha” de Covid-19. Es decir, 14 días después de su internación, no habían llegado los resultados de los dos PCR que le hicieron.
Tuvimos que retirar un cuerpo de quien suponemos era mi papá, pues venía en una bolsa sellada. Tuvimos que llevarlo directo al cementerio en la tarde de un día gris, sin ninguna posibilidad de haberlo visto y decirle cuánto lo amábamos. El trayecto del cortejo al cementerio fue tétrico: contrario a lo que se acostumbra, la carroza iba detrás de nuestro vehículo, pues tuvimos que mostrarles el camino a los empleados de la funeraria, inmigrantes nuevos que no sabían dónde quedaba el Parque Santiago.
En el funeral solo pudimos estar sus tres hijos, mi esposo, una nieta y una nuera. El único gesto de humanidad lo tuvieron los sepultureros, quienes nos dieron unos breves minutos para despedirnos de nuestro querido padre. Ellos nos contaron que nunca antes habían tenido tantos servicios funerarios. Fue horrible.
Mientras tanto, el ministro Mañalich intentaba negar el número de muertes que estaba produciendo la política de salud del gobierno. Esto ha sido demasiado doloroso. Aún creo que no es real, no me atrevo a ir al cementerio. Yo amaba tanto a mi papá. ¡Caramba que duele!

Estimada Sonia, qué decirte?, no hay palabras, solo acoger tu pena y llorar por la falta de humanidad. Tantos errores y cuántas vidas perdidas. Estoy segura desde mis creencias que tu Padre sabe cuánto lo han amado.
Te abrazo
Ana Eugenia
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El fue mi Padre una persona que vivió y camino por este mundo a su manera sin estrés ni apuro . Amo a su manera con errores y aciertos , pero fue siempre el Hector Pavez . Hoy cuando la panadería no tiene para cuando nuestro sentimiento de falta aun pesa mucho por la injusta forma de partir .
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El fue mi Padre una persona que vivió y camino por este mundo a su manera sin estrés ni apuro . Amo a su manera con errores y aciertos , pero fue siempre el Hector Pavez . Hoy cuando la pandemia no tiene para cuando nuestro sentimiento de falta aun pesa mucho por la injusta forma de partir .
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