“Tío Mamo, la columna de esta semana tiene que ser tan extensa como un reportaje de Ciper” me dijo mi ricura editora Matus, vía guazap. Contrariado, me metí a un conocido café del centro de Santiago, con la idea de encontrar inspiración entre mocaccinos y siluetas femeninas.
Observaba ensimismado el vestuario de una de las señoritas que atendían el lugar, cuando la figura de un señor que dentró por la puerta me hizo pegarme el alcachofazo. Dicho hombre era ni más ni menos que el insigne periodista, conductor y rugbista Fernando Paulsen. “Debe andar reporteando” pensé, con mi característica candidez.
Me acerqué a Fernando (luego de esta conversación nos hicimos grandes amigos) y le expliqué mi situación. Parece que mi petición lo puso nervioso, ya que se estrujaba las manos a cada rato y miraba para todos lados, sin sacarse los lentes negros.
-Fernando, ¿es cierto que uno de tus primeros trabajos fue atendiendo un local de comida rápida, del cual fuiste desvinculado por la demora al preguntarle a los clientes?
R: Casi. Ese restaurant de comida rápida fue un fracaso y nunca tuvo clientes. Se transformó en local de Teletrack y me fui porque le tengo alergia al sudor del caballo.
-¿Qué hay de verdad en que durante el tiempo que estuviste alejado de los medios hubo mucha gente del mundo periodístico que te pidió que volvieras, básicamente porque no sabían qué opinar?
R: Todos saben opinar. Opinar viene con la especie. El problema es sobre qué opinar.
-¿No te molesta la irrupción de mujeres y minorías sexuales en el periodismo? ¿No estás de acuerdo conmigo en que era mucho mejor cuando los periodistas eran simples relacionadores públicos?
R: El periodismo siempre ha tenido mujeres, hombres y minorías sexuales. Y profesionales casados, solteros, altos, chicos, flacas, más gordas, más morenos que rubios, pocos colorines, que usaban anteojos y otros, de vista sorprendente; de izquierda, centro y derecha, algunos venían de colegios privados y otros de públicos y trabajaban en todas las secciones de diarios, radio y televisión. Los que se desempeñaban de relacionadores públicos, la gran minoría, tenían un título o no, pero no eran periodistas.
-¿Cómo le explicas a tu público la inclusión de mujeres en el insigne programa Tolerancia Cero? ¿Es esta una nueva y solapada forma de machismo en la que las mujeres hacen la mayor parte del trabajo, mientras los machos se llevan todo el crédito?
R: Segunda pregunta, de cuatro hasta ahora, que busca rebajar a las mujeres en la profesión. Curioso ¿Te pasó algo cuando chico? ¿Te declaraste, te dijeron que no, y todavía no puedes superarlo?
¿Tu familia tiene algo que ver con la Pilsen? ¿Y hace cuantos años que te hacen ese mismo chiste?
R: Esta es la primera vez, muy ingenioso. Pilsen, en todo caso, se refiere a una región de la República Checa y son secos para hacer esa cerveza, que antes llamábamos Pilsener. Paulsen, por otra parte, es más fome. Es lo que se conoce por un nombre patronímico. Es decir, que indica descendencia de alguien, generalmente del padre. Paulsen es danés. El sen significa hijo de y Paul -sí, adivinaste- significa Pablo. Así que soy simplemente hijo de Pablo. Así como otros patronímicos españoles conocidos, donde EZ es hijo de y el resto el nombre del padre. De ahí vienen los hijos de Gonzalo, los González; los hijos de Ramiro, los Ramírez; los hijos de Sancho, los Sánchez ¿Sigo con otros patronímocos, para avalar el cliché de respuestas largas o quedó claro?
-Fernando, es sabido que durante el glorioso Gobierno Militar de Transición estuviste detenido por contravenir gravemente el orden reinante. Sobre eso, ¿qué hay de cierto en que se formaban extensas filas para tu visita conyugal? (En esta pregunta le ruego extenderse, especialmente en los detalles).
R: Estuve, efectivamente, preso dos veces. En 1986, en Capuchinos y, en 1988, en la cárcel vieja de Valparaíso. Total de casi cuatro meses. Y mantuve mi virginidad incólume, la que finalmente perdí mucho tiempo más tarde, después de que nació mi tercer hijo.
-Finalmente, Fernando, si tuvieras que hacerte una pregunta a ti mismo, ¿cuál sería? ¿cuál sería la respuesta y cuánto duraría?
Muy breve:
P.- ¿Por qué aceptaste responder este cuestionario?
R.- Por huevón.
Me gustó lo de los patronímicos….
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Buenísimo, y todo por huevón
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Audacia , especialidad del tio mamo !
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Me parece que el tío mamo fue poco exigente, ya no es el mismo y está chochando.
Ale Matus, con cero pregunta acribilló la vida política del vejete Larraín.
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