
Por Verónica Pino Montecinos
Él es Ricardo Pino Madariaga, mi papá. Hace un año murió de COVID, a casi un mes de cumplir 70 años, el 24 de junio de 2020. Era un hombre trabajador, sencillo, cariñoso y también gruñón. Amaba a su familia por sobre todo y era capaz de cruzar océanos si alguno de nosotros necesitaba de su ayuda. Su infancia fue muy dura y eso marcó su vida. Vivíamos una hermosa vida de familia. Su casa siempre llena de ruido, de niños, cumpleaños, celebraciones y paseos, que hoy son el tesoro de nuestra familia. Éramos millonarios y no lo supimos hasta que el COVID nos hizo entender lo que hasta entonces no comprendíamos. El virus entró a su casa y solo lo atacó a él, con tanta furia que en 14 días se había ido, dejándonos con el dolor más profundo y la incomprensión más absoluta. A los pocos meses, lo siguió su hermano menor Carlos Pino Madariaga. Esa sensación de vulnerabilidad y tristeza volvía de nuevo a nosotros. Cada cifra diaria de fallecidos normalizada, como si fuera tan normal decir adiós a los que amas, de esta forma, en soledad, sin una mano que tome la tuya por si tienes miedo, el camino recorrido es difícil y cruel. Detrás de cada fallecido hay cientos de personas que pasan por el oscuro túnel del dolor inesperado de la partida. Aún estamos en etapa de aceptación y tratando de acostumbrarnos a vivir de esta manera….
El es Ricardo, es mi papá imperfecto pero que acompañó cada paso que di y al que extraño con mi alma. Pero que estoy segura me estará esperando cuando llegue el momento de volvernos a abrazar.
Es tremendo el COVID, ataca , no te avisa, y cuando te das cuenta es a veces muy tarde. Estuve 15 dias hospitalizado, sin saber nada, contagie a toda mi familia. Ellos en casa en cuarentena, y yo hospitalizado sin saber nada.Solo quería vivir,estar con mi familia. Lo logre , pero las marcas que quedan no se borran.
Me gustaMe gusta
Mi papá murio, covid,cuando recién empezaba la pandemia, lo llevamos a la clínica, nunca más lo vi, no nos dejaron ni siquiera entrar al cementerio, aun no puedo despedirme…comprendo profundamente esa negra tristeza
Me gustaMe gusta
Mi amada Madre, lleva un año, un mes, diecisiete días y 11 minutos fallecida por este «virus», comprendo perfectamente tú dolor del alma, es un dolor desgarrador que no se pasa, sólo, aprendes a vivir con él. Un abrazo a cada uno de los miles y miles de familiares que estamos viviendo lo mismo, y seguirán sumándose más.
Me gustaMe gusta