CIENCIA Y POLÍTICA: UNA NUEVA FORMA DE RAZONAR

Por Amelia Donoso Ibarra.

Un proyecto de Ley argentino, un acuerdo entre dos instituciones chilenas, y la intervención del expresidente Bill Clinton para sentar a dos científicos a comer pizza, se entrelazan para explicar la importancia de la relación entre Ciencia y Política.

Un nuevo agente surge con fuerza en el contexto de pandemia y  crisis climática global: La Ciencia. 

En consideración al aporte, en especial en la medicina, que realizó la ciencia y que tuvo como resultado  la creación de vacunas para combatir el COVID-19, se hizo necesario relacionar mundos que en países como Chile parecían no reconocerse en su rol  y valor: recordar que en los peores momentos de la crisis sanitaria en Chile, miembros de la comunidad científica publicaron una carta cuestionando el rol del Ministerio de Ciencia del país.   Así fue que se conjugaron dos elementos que provocan tensión hasta el día de hoy  entre el mundo científico y el gobierno.  

Estos dos acontecimientos (crisis climática y coronavirus) obligan, en Chile y el resto del mundo, a pensar en una nueva relación entre ciencia y política. Y en este contexto bien vale recordar acontecimientos que han marcado en el mundo esta relación: En Argentina  el proyecto de Ley sobre legislación informada en evidencia científica,  encabeza su texto «2021- año Homenaje al premio Nobel de Medicina Dr.  César Milstein», y en su Capítulo I  art. I  señala que “la presente ley tiene como objeto  promover el asesoramiento científico legislativo  en el ámbito del Honorable Congreso de la Nación con la finalidad de procurar  legislación informada en evidencia científica”; a la vez que en su art. 2 letra d señala que el objetivo es “contribuir a mejorar la calidad del debate legislativo promoviendo  decisiones informadas y el uso de evidencia científica en su fundamentación”; y en su art. 8, referido a los principios, dice “transparencia y máxima divulgación” en toda información elaborada. 

La norma trasandina describe como experiencia relevante en la materia la realizada por España, donde un grupo de científicos e investigadores dieron luz a la instancia «Ciencia en el Parlamento”, la que es recogida por Chile en el acuerdo firmado entre la ANID (Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo) y la Biblioteca del Congreso Nacional, acuerdo firmado el 18 de junio del presente año. Este, tiene tres áreas de acción: entregar información de contexto referida a introducir antecedentes relacionados con legislación de otros países y conocer los avances científicos nacionales; informes de frontera relacionado con entrega de antecedentes técnicos en materias donde no exista legislación o experiencia comparada y donde se han, o podrían modificar, escenarios en base a los avances científicos; referido a consultas a expertos y comunidades.

Distintas son las formas en que la política y la ciencia se han encontrado y han definido grandes momentos en la historia del conocimiento. Fue en 1990, cuando se lanza el Proyecto Genoma Humano, que se comienza a tejer una historia en la que participarían varios científicos y que obligaría, el año 2000, a que el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, interviniera para que se produjera una tregua entre dos grandes de la ciencia:  Craig Venter y Francis Collins. ”Arregladlo; conseguid que estos dos trabajen juntos, pidió Clinton a sus consejeros  científicos. Así, Collins y Venter quedaron para compartir pizza y cerveza y ver si podían llegar a un acuerdo, enfocado a repartirse el reconocimiento y poner al servicio público, antes que al de la explotación para uso privado, lo que pronto se iba a convertir en el conjunto de datos biológicos más importante del mundo», describe Walter Isaacson en su libro El Código de la Vida. 

Ciencia y Política unidas en las redes de los más extraordinarios y asombrosos descubrimientos de la humanidad. Cómo no pensar en esta necesaria relación, en esta nueva forma de razonar para enfrentar los desafíos que vienen, y observar con rigurosidad y calma los acontecimientos del pasado.

Dos son los ámbitos que se presentan con mayor visibilidad y que tensionan la relación entre ciencia y política: el cambio climático y la  crisis sanitaria en contexto de pandemia  mundial. Sobre la primera existe evidencia suficiente  para enfrentar y mitigar  los diversos fenómenos del cambio climático. Se acaba de publicar el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Sobre la materia algo se repite en los análisis, y es, la falta de voluntad política para enfrentar la crisis de parte de los tomadores de decisión que no están considerando la evidencia científica.

Por su parte, la crisis sanitaria a propósito del COVID-19, instaló en escena mundial el negacionismo de políticos como el ex presidente de Estado Unidos Donald Trump, y el actual presidente de Brasil Jair Bolsonaro. Ambos líderes tensaron al máximo la situación sanitaria de sus países al negarse a reconocer la evidencia científica. Chile no se quedó atrás en este cuadro con los reiterados desencuentros entre el Colegio Médico y el Gobierno; la carta de la comunidad científica cuestionando el rol del ministerio de ciencia y científicos que afirman que el MINSAL tiene un «cerco de datos» que impide investigar bien la pandemia. 

Diversas iniciativas nacionales como extranjeras permiten dar luces de cómo es posible transitar para que finalmente ambas, ciencia y política se encuentren. En la fundamentación del proyecto de Ley Argentina, la Diputada Brenda Lis Austin  señala que el proyecto propone la creación de la Oficina de Legislación Informada en Evidencia del Congreso (OLIEC). A la vez, da cuenta de experiencias relevantes en la materia, como la «creación de la Oficina de Evaluación de Tecnología del Congreso de los Estados Unidos en 1972; y la Oficina Parlamentaria de Ciencia y Tecnología (POST, por sus siglas en inglés) del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, creada en 1989. El modelo británico consiste en una oficina bicameral gobernada por una junta integrada por 14 parlamentarios, y un grupo de miembros de la comunidad científica nominados por las academias nacionales, que gestionan «evidencia confiable y actualizada a través de informes imparciales, no partidistas y revisados por pares» que son provistos al parlamento. La iniciativa española de la sociedad civil  «Ciencia en el Parlamento» del año 2018,  convocó  a científicos e investigadores a trabajar en conjunto para entregar  información respaldada en evidencia al Parlamento. 

Por su parte Chile da curso el año 2011 al 1er Congreso del Futuro, iniciativa que en su décima versión reunió a más de medio millón de personas. La instancia, que es gratuita, reúne a destacadas personalidades del ámbito científico y humanista. El Congreso del Futuro que es organizado por la Fundación Encuentro del Futuro y la Comisión Desafíos del Futuro del Senado, ha sido promotor de diversas iniciativas, entre ellas, la promulgación de la Ley que creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, el año 2018; y espera ser un actor relevante en apoyar el trabajo de la Convención Constituyente, instancia elegida para elaborar una nueva Constitución Política en el país.

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